Cuando hablamos de acabados, solemos pensar en diseño; es decir, en el arte del objeto. Esto no es del todo incorrecto, aunque el término va más allá de lo que alcanza a la vista e implica un trabajo arduo.
El acabado es un proceso de fabricación con el que se obtiene la superficie adecuada para la aplicación de un producto; sin embargo, no se limita a la cuestión estética, ya que también se obtienen especificaciones que tienen que ver con las dimensiones del objeto.
Hasta hace unos años, el acabado se entendía como el medio para obtener una mejor apariencia de un objeto, mientras que actualmente se toman en cuenta todos sus requerimientos, que son los siguientes:
- Estética: es el principal, pues influye psicológicamente en las personas respecto a la calidad del producto.
- Liberación o introducción de esfuerzos mecánicos: a menudo se presenta el arranque de virutas y por lo tanto, la deformación de la superficie como consecuencia de las herramientas de corte utilizadas; lo anterior disminuye la resistencia, pero los acabados con remoción de material eliminan estas fallas.
- Eliminar puntos de iniciación de fracturas y aumentar la resistencia a la fatiga: se eliminan las microfisuras en la superficie.
- Nivel de limpieza y esterilidad: las superficies que carecen de irregularidades son menos propensas a albergar suciedad o bacterias.
Asimismo, el acabado brinda a las superficies protección contra la corrosión y la rugosidad. Al ser un proceso fundamental en la elaboración de cualquier producto, los acabados han sido estandarizados por diversos organismos.
Los procesos de acabado se dividen en las siguientes categorías:
- Procesos mecánicos con remoción de material.
- A) Acabado con lima: se utiliza una herramienta manual, que desbasta y afina metal, plástico y madera.
- B) Acabados con máquinas de arranque de viruta: se usan la fresadora y el torno para el desbaste (eliminación de material con poca precisión) y de acabado (se elimina el material con mucha precisión).
- Procesos químicos y electroquímicos: se consigue la oxidación de la pieza a través de la anodización, el electropulido y el galvanizado.
Como puede verse, el acabado es mucho más complejo de lo que parece. Es un proceso integral que comienza con el tratamiento de la pieza para asegurarse de obtener una superficie apta para trabajar de manera eficaz y eficiente, libre de imperfecciones e higiénica, hasta el momento del toque final, que es la decoración de la pieza. Un buen acabado asegura un objeto de calidad y con ello la seguridad de que el cliente está adquiriendo lo que desea: una pieza que valga lo que está pagando por ella.
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