En sus inicios las cajas de cartón (y las anteriores en madera y metal) cumplían una única función: proteger lo que había en su interior y ser el medio por el cual aquellos productos llegasen en perfectas condiciones a su destino luego de dejar el punto de fabricación. Y no es que este objetivo haya cambiado ni mucho menos, simplemente sucede que con el paso del tiempo las diferentes marcas se han dado cuenta de que las cajas, así sean las que llevan en masa los productos, pueden cumplir otros objetivos paralelos.
Aquí es donde la parte de la información entra al juego pues uno de los problemas más comunes que se encontraron los distribuidores era el mal manejo de las cajas por parte de quienes se encargaban del transporte, esto yendo desde la cantidad de cajas que se pueden apilar una sobre la otra, el cuidado cuando lo que está al interior es frágil, el saber cual es la parte de arriba y la de abajo, etc.
LAS CAJAS DE CARTÓN COMO UN LIENZO INFORMATIVO EFICAZ
Estos inconvenientes provocaron que los fabricantes decidieran tomar medidas y las primeras fueron aprovechar el elemento mismo de la caja y entonces se comenzó a ocupar ciertas nomenclaturas tanto en texto como en iconografía que permitían que los encargados de transporte pudieran tratar de mejor manera los productos que tenían que llevar, cuidando por ejemplo el exceso de humedad, no apilando más cajas de las debidas o de la que su propia resistencia estructural permitiera, de forma que con esto se redujeran las incidencias por daños o pérdidas de productos a razón de malos manejos.
Pero esto en el caso de las cajas de gran tamaño o para envío masivo de productos. Las cajas más pequeñas también tienen su parte en servir como medio de transmisión de información hacia el consumidor, por ejemplo, en el caso de los dispositivos electrónicos la mayoría de fabricantes incluyen temas como el modelo de los mismos, su compatibilidad con otras tecnologías, accesorios que pueda incluir, y otras informaciones que pueden ser determinantes para que se pueda llevar a cabo la compra.
En el caso de los alimentos la cuestión es un poco más complicada pues en la mayoría de los casos la información que debe ir incluida en la caja esta regulada por leyes en diferentes países y la inclusión de la misma es determinante respecto a su distribución en el mercado, por ejemplo, podemos mencionar si algún producto contiene elementos de tipo alérgico como gluten, lácteos, o si en la preparación del producto se ha utilizado equipos donde previamente han circulado o se han trabajados elementos con maní o nueces aunque el producto en cuestión no los contenga, pues su solo paso puede dejar rastro de toxinas de estos en el producto empacado.
En conclusión debemos tener muy en claro el hecho de que en este siglo XXI las cajas de cartón, sean para movimiento masivo de productos o bien para productos unitarios, cumplen su parte en informar al consumidor sobre diversos factores inherentes al producto y que son críticos para que se lleve a cabo la compra o bien, el manejo adecuado de los mismos.
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