En ocasiones anteriores hemos hablado de lo útiles que son las cajas de cartón en lo que a llevar cosas de un lado a otro se refiere y sin importar el motivo. Sin embargo esta parte del proceso es la parte final pues cuando ponemos el contenido en la caja, ya hemos elegido la caja que vamos a usar, cierto?
Bueno, para uso cotidiano en realidad no hacemos mucho alboroto en cuanto a qué tipo de caja usaremos más allá del tamaño, pero cuando la necesidad es más específica y la caja y su contenido estarán en ambientes muy especiales y no comunes, entonces si es necesario saber y claro, decir a nuestro proveedor que necesitaremos.
Por ejemplo, si usaremos las cajas para almacenar alimentos en conserva que estarán en salas de congelación necesitaremos cajas cuyo cartón y adhesivos no solo sean resistentes a las temperaturas a que estarán sujetas sino también que soporten la humedad resultante de dichas condiciones (es importante decir que lo más probable en este caso es que se utilicen cajas con cartón grueso y recubrimiento anti-humedad).
O que pasa si las cajas de cartón se usarán para el embalaje y transporte de frascos o latas de conservas? Bueno, para comenzar requeriremos de que las cajas sean resistentes (de cartón rígido y de varias capas) de forma que puedan resistir el peso de sus contenido y no perder su forma y hacer que todo caiga por lo suelos.
Con estos dos sencillos ejemplos podemos ver lo delicado que resulta elegir algo tan sencillo como una caja de cartón para almacenar o para mover de un lugar a otro, diferentes tipos de mercancías, y eso que no mencionamos el tamaño que deberá ser suficiente para la cantidad de producto por caja que se desee empacar.
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